Mis primeras ideas sobre Franco partieron de un doble imaginario . El primero, el de reírnos de su culo lavado con Ariel. Aquella tontuna infantil, con alusión machista incluida, encerraba una enseñanza poderosa : los txikis, desmemoriados por naturaleza, carecen del miedo de los adultos .
Franco pasó tras su muerte a ser objeto de mofa de la chiquillería, y para más inri bajo los acordes del himno español. Esa transgresión , por más que fuera ingenua, tuvo mucho de higiénica .
La segunda vez que me interesé por Franco fue mirando unas monedas . Cuando pregunté a mi madre por la efigie de aquel abuelo, por su tono entendí que el viejo debía tener muy mala uva para que ella, resiliente por naturaleza, manifestara su alivio porque ya no mandase.
Con ojos infantiles