En el campo de la ciencia cognitiva, existe una razón importante para estudiar a los elefantes: evitar el antropocentrismo.
La mayor parte de la investigación sobre cognición animal se ha concentrado en especies filogenéticamente cercanas a los humanos, como otros primates. Pero cada vez más estudios se realizan, de manera ecológicamente válida, con otros mamíferos, animales domésticos, reptiles, aves, peces e, incluso, invertebrados.

Los estudios con elefantes son especialmente interesantes, debido a que poseen el mayor encéfalo de entre los animales terrestres. Con ellos, surge la siguiente pregunta: ¿existe correlación entre el tamaño encefálico y las capacidades cognitivas?
Una arquitectura neuronal sorprendente
Se ha comprobado que la abrumadora mayoría de las neuronas del elefante (alrededor del 97,5 %) se concentra en el cerebelo. Allí, estas células nerviosas cumplen funciones sensoriomotoras esenciales para coordinar sus enormes extremidades, la trompa y la precisa musculatura facial.
Sin embargo, el número de neuronas corticales –que participan en los procesos más complejos del pensamiento– es sorprendentemente bajo con relación al volumen de su encéfalo: unos 5 600 millones, apenas algo más del 2 % del total. En cambio, el cerebro humano alberga alrededor de 16 000 millones de neuronas corticales, es decir, el 19 % de todas las que posee.

Más arrugas corticales
En esta línea, otro dato fascinante es el grado de plegamiento cortical. La corteza del elefante está plegada sobre sí misma en un índice de 4,18 (mayor que en el ser humano, que es de 2,56). Estos datos indican que dicho plegamiento no se relaciona con el número de neuronas.
Dicho de otro modo: más pliegues no significan más neuronas ni un pensamiento más complejo.
A continuación, una muestra de sus capacidades cognitivas. Algunas son tan llamativas que, en algunos casos, son similares a la de los primates y superiores a las de otras especies no primates.
Memoria de elefante
Los elefántidos recuerdan muy bien las rutas migratorias tradicionales de su especie. Además, son capaces de adaptarse a cambios en el entorno y encuentran nuevos caminos y pozos en entornos áridos cuando es necesario (luego transmitirán este conocimiento entre generaciones). Esto sugiere una capacidad cognitiva excepcional para la navegación espacial y la memoria a largo plazo.
Incluso, pueden recordar la ubicación actual de muchos miembros de la familia. La explicación radica en un desarrollo inusual de su memoria de trabajo, junto a una altísima sensibilidad para los olores.
Comportamiento eusocial en sociedades matriarcales
Las comunidades de elefantes son matriarcales. Durante algún tiempo, varias familias pueden unirse y llegar a establecer grandes manadas para el cuidado cooperativo de las crías. Los machos permanecen en la manada hasta los 13 años, aproximadamente.
Además, distinguen hasta 200 llamadas diferentes que aprenden a través de la observación y la imitación, lo que les permite reconocerse entre integrantes de una misma manada. Este sistema integrado se denomina eusocialidad y da muestras de una estrecha cooperación y solidaridad entre individuos.
Una empatía que deja huella

Estos gigantes parecen mostrar más empatía que otras especies no primates. Lo demuestra, por ejemplo, un estudio que ha reunido informes recopilados durante un período de treinta y cinco años. En síntesis, los elefantes pueden anticiparse y responder al daño (en sí mismos y en otros individuos). De igual forma, reconocen la peligrosidad de objetos extraños como dardos o lanzas y ayudan a salir de zanjas, sobre todo a las crías.
También subcategorizan a los humanos en grupos, realizando esta clasificación de forma independiente, según el olor o el color.
Sentimientos de duelo
También experimentan sentimientos complejos asociados con la muerte. Durante sus migraciones, al ver los restos de un congénere, muestran curiosidad y se acercan para investigarlo; olfatean y tocan el cuerpo sin vida con la trompa y las patas.
Después, parecen manifestar signos de angustia, tristeza y compasión, lo que disminuye su actividad en general. Es más, a veces, la manada rodea el cadáver, lo protege y lo venera. La evidencia parece clara: están exhibiendo comportamientos de duelo.
La teoría de la mente como autorreconocimiento
La teoría de la mente, capacidad cognitiva que permite atribuir estados mentales tanto al propio individuo como al resto, resulta fundamental para la empatía.

Una prueba que valora la teoría de la mente en animales no humanos es la prueba del espejo. Consiste en pintar una marca en forma de X en la cabeza del animal y situarlo frente a un espejo. Si el animal utiliza espontáneamente el espejo para tocarse el punto de su cabeza, esto se considera evidencia de autoconciencia y reconocimiento.
Pues bien, al realizar este experimento con varios elefantes, utilizando una marca visual sin olor, se descubrió que su desempeño es aproximadamente comparable al de los chimpancés.
Neuronas de von Economo
Uno de los aspectos neurofisiológicos que se relacionan con la teoría de la mente (y por extensión, con la formación de vínculos sociales y la empatía) son las neuronas de von Economo (VEN).

Las VEN se encuentran en regiones prefrontales e insulares del cerebro de ciertos mamíferos, incluidos los humanos. Se caracterizan por tener cuerpos celulares grandes y alargados, junto a un axón largo que se proyecta a regiones distantes del cerebro. Esta morfología parece haber surgido de forma independiente en homínidos, cetáceos y elefantes.
Cabe destacar que, si bien los elefantes poseen VEN, comparten este rasgo solo con otros grupos de cerebros grandes (cetáceos y grandes simios –chimpancés, bonobos, gorilas, orangutanes y humanos–) y no con sus parientes más cercanos.
La especialización de estas neuronas podría ser la consecuencia de una necesidad de transmisión rápida de información social. Quizá, puede ser una característica compartida entre mamíferos de cerebros grandes. Pero, para responder a esta incógnita, sería interesante determinar si jirafas e hipopótamos, por ejemplo, también las poseen.
Uso de herramientas y planificación
A pesar de la importancia histórica del uso de herramientas en elefantes, su nivel y complejidad no se compara con el repertorio altamente coordinado descrito para chimpancés (cuyo cerebro es una décima parte del cerebro del elefante).
Los elefantes pueden llevar en las trompas ramas de árboles para protegerse de las moscas, rascarse con un palo y arrojar palos o piedras a los roedores que compiten por la fruta debajo de un árbol.
Recientemente, se ha analizado por primera vez la capacidad para resolver problemas en ejemplares salvajes asiáticos con un dispositivo de acceso múltiple, una especie de rompecabezas. El éxito obtenido muestra que son capaces de planificar movimientos para resolver problemas complejos y adaptarse a las demandas de su entorno.

Más que un privilegio antropocéntrico
En compañía de estos titanes, hemos visto que, más que el tamaño absoluto del cerebro, las capacidades cognitivas parecen relacionarse con factores como la distribución y conexiones de las neuronas, especialmente en la corteza cerebral.
Parece claro que los comportamientos cognitivos superiores no son un privilegio del ser humano, sino una consecuencia natural de la evolución en muchas especies, incluidos los elefantes.
Leer más: ¿Es lo mismo ser inteligente que tener altas capacidades?
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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Jorge Romero-Castillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.