La sensación de euforia y energía que invade el cuerpo tras una sesión intensa en el a menudo se atribuye, de forma errónea, a un subidón de testosterona. La realidad, sin embargo, apunta en otra dirección. Ese estado de alerta y activación podría no tener tanto que ver con la hormona masculina por excelencia como con un aumento del cortisol, la conocida hormona del estrés , que el organismo libera de manera natural como respuesta a un esfuerzo físico exigente.

De hecho, la idea de que el ejercicio dispara los niveles de testosterona de forma sostenida es uno de los mitos más extendidos en el mundo del . Aunque es cierto que los entrenamientos de fuerza, como el levantamiento de pesas, o las rutinas de alta intensidad pueden provocar un pico hormonal, se trata de un impulso notablement

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