Cuando una salsa de tomate resulta más ácida de lo esperado, puede afectar tanto la experiencia en el paladar como la digestión de quienes son sensibles a preparaciones intensas. Esta situación es frecuente, ya que la cantidad de ácido cítrico y málico presente en los tomates varía según su origen y maduración, y factores como el uso de ciertos vinos, vinagres o frutas en la receta pueden potenciar ese efecto.

Ante este escenario, existen soluciones prácticas brindadas por los chefs, para recuperar el punto justo de la salsa sin tener que descartarla ni resignar su sabor original. Diversos recursos caseros permiten contrarrestar la acidez y ajustar el resultado, tanto si se prefiere una alternativa tradicional como si se opta por opciones sin azúcares añadidos o ingredientes

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