Como albaceas del testamento de Isak Andic, y en cumplimiento del deber que nos encomendó, consideramos nuestra responsabilidad, justo el día en que Isak cumpliría 72 años, manifestar nuestro sentir.

No es una decisión que tomemos a la ligera, sentimos la obligación moral ante el cariz que ha tomado la situación.

Lo hacemos desde el más profundo respeto a su memoria y con la serena, pero firme, determinación de velar por la intimidad de su familia. En los diez meses transcurridos desde su fallecimiento, hemos sido testigos de cómo el dolor de un duelo privado se ha visto agravado por un debate público que causa un mayor sufrimiento.

La admiración que nos merece el legado de Isak Andic —un emprendedor visionario cuya contribución a la sociedad es incuestionable— no puede disociarse del r

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