A plena luz del día, entre los pasillos de la galería Polvos Chalacos, en el Callao , un adolescente de apenas 16 años caminó decidido hacia su objetivo. No conocía a su víctima. No había venganza ni rencilla previa. Solo una orden, una cifra y un encargo: matar por 2 mil soles.

El comerciante de celulares se llamaba Christian Villalba Barturen, de 48 años. Y aquel 23 de abril de 2025 atendía su puesto con la rutina de siempre, sin imaginar que esa mañana su asesino ya lo había marcado. Las cámaras de seguridad registraron cada paso del sicario.

Un vehículo gris lo dejó a pocas cuadras del centro comercial. Entró al local, recorrió los pasillos, subió al segundo piso, bajó y apuntó. Disparó una vez. Cuando Villalba cayó, lo remató. Luego escapó con frialdad, por la misma ruta por la qu

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