París amaneció con una mezcla de estupor y tensión. El día después del robo al Museo del Louvre las autoridades francesas intensificaron la investigación en torno al golpe que, en menos de ocho minutos, dejó al descubierto las fallas de seguridad de una de las instituciones culturales más vigiladas del planeta. Cuatro personas siguen prófugas y ocho joyas de valor incalculable permanecen desaparecidas.
En las últimas horas apareció una prueba que podría ser decisiva: el video de un turista que registró el momento en que uno de los delincuentes, vestido con un chaleco amarillo, se encuentra junto a la vitrina de la galería Apolo, donde se exhiben las gemas y joyas de la corona de Francia.
En las imágenes al sospechoso se lo ve de espaldas, sin mostrar apuro alguno, incluso después de que