Hace medio siglo, Cristóbal Hara comenzó a hacer sus primeras fotografías. Algunas de esas imágenes fueron captadas a escondidas, en un juego en el que sus compañeros del servicio militar obligatorio eran cómplices sonrientes o incautos modelos, y en el que Hara se exponía a castigos temibles, o eso se decía, si le descubrían sus superiores. En blanco y negro, sin encuadres artísticos pero que dan cuenta del ojo sensible que caracterizaría luego a uno de los fotógrafos más reconocidos del panorama español, son testimonios de una sociedad anterior. Merecedor del Premio Nacional de Fotografía en 2022, Hara se abrió nuevos caminos, transitó la fotografía de calle e hizo series experimentales, casi surrealistas. Pero antes están sus primeras fotos.
Esas fotografías en blanco y negro, de revel