Sánchez nos ha dicho que su Gobierno es el más decente, estable y eficaz y que negarlo es un bulo, una mentira o una insidia. Sabe perfectamente que más que mentira es un exabrupto, una afirmación delirante, pero también sabe que tiene que ganar el relato para sobrevivir. Nos tiene acostumbrados a ocultar la verdad, a manipularla y, últimamente, ha ido más allá: a cancelarla. Sus promesas y sus posiciones sabemos que son efímeras, blandas; no es que cambie de opinión, él no la tiene, solo arma el relato según las circunstancias del momento.

En política se ha mentido siempre. Un político honesto como Tierno Galván dijo al respecto que las promesas están para incumplirlas. Pero antes de Sánchez, las mentiras eran aisladas y si se descubrían, se pagaban. Hoy se ha hecho de la mentira hábito,

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