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Por Luis SILVA GARCÍA
CD. JUÁREZ CHIH.- El sol calcinaba con esa fuerza que solamente aprecian quienes han andado por los desiertos del meridiano 107W, más o menos por el paralelo 31N; arena, sol y viento de la frontera entre Estados Unidos y México, así como de los estados de Chihuahua y Nuevo México.
Ese medio día contemplaba el espeluznante y significativo muro de barrotes de metal que el primer gobierno de Donald Trump interpuso en gran parte de la división entre ambos países, haya o no haya río de por medio.
Se apreciaba a esa altura, en el poblado de Palomas, Chihuahua, que en el lado estadounidense solo había arena y algunos matorrales, por allá algún camino secundario bien cuidado, alguna instalación agroindustrial, algunos po