Los europeos siguen lidiando con la idea de una posible cumbre entre el presidente estadounidense Donald Trump y el presidente ruso Vladímir Putin en Budapest, que marcaría la primera vez desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania que Putin, un hombre bajo sanciones y una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional (CPI), pondría un pie en suelo europeo.

Reunidos el lunes en Luxemburgo, los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea caminaron por la delgada línea que separa el apoyo a la diplomacia de Trump de la defensa de la integridad de la Corte Penal Internacional (CPI), que busca a Putin por la deportación y traslado de decenas de miles de niños ucranianos.

Hungría sigue siendo parte de la CPI hasta que entre en vigor su retirada el próximo año.

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