El vuelco electoral en Bolivia, con la victoria del centrista Rodrigo Paz, no sólo ha enterrado dos décadas de izquierda bolivariana de la mano de Evo Morales y de Luis Arce, sino un acercamiento a los hasta ahora considerados “enemigos” por el gobierno de La Paz: Estados Unidos, Chile y la Venezuela antichavista.

Tal como anunció que haría en campaña, Paz anunció este lunes que cuando asuma el cargo (el 8 de noviembre) su Administración “retomará relaciones diplomáticas con Estados Unidos”, que se mantienen a nivel de encargados de negocios desde 2008, cuando el entonces presidente Evo Morales (2006-2019) expulsó al embajador Philip Goldberg.

También se mostró dispuesto a abrir una nueva etapa bilateral con Chile, pese a la histórica reclamación boliviana de un acceso soberano al océano

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