En América Latina y el Caribe, la promesa de la educación como motor de movilidad social sigue siendo una deuda pendiente. La región destina en promedio apenas el 4% del PIB a educación, pero gran parte de esos recursos se concentra en niveles superiores, dejando a la educación inicial y a la capacitación técnica con financiamiento insuficiente y enormes desigualdades . El resultado: niños que llegan tarde o mal preparados a la escuela, jóvenes que no encuentran empleo de calidad, y sistemas educativos que todavía no dialogan con las necesidades de una economía digital.

Frente a este panorama, las tecnologías educativas (EdTechs) pueden convertirse en herramientas catalizadoras para reducir brechas si se insertan en políticas públicas y se articulan con la realidad local. No se trat

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