Que una fruta tropical, dulce y a menudo evitada por su alto contenido en azúcar pueda convertirse en un aliado para las personas con prediabetes suena, como mínimo, a contrasentido. Pero un reciente ensayo clínico, viene a desmontar viejos mitos y a ofrecer un sorprendente giro argumental en la lucha contra los desequilibrios de glucosa. El mango, lejos de ser un enemigo, podría ser una herramienta inesperada para mantener a raya el azúcar en sangre.

De hecho, los resultados del estudio no dejan lugar a dudas. Durante un periodo de 24 semanas, los investigadores dividieron a los participantes en dos grupos: uno consumió un mango diario, con un aporte de 32 gramos de azúcar, mientras que al otro se le asignó una barrita de granola baja en azúcar que contenía solo 11 gramos. Sorprendente

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