Decido tener esperanza. No como una consigna ingenua, sino como una elección cotidiana y exigente: creer que en un país como Colombia podemos tejer un futuro para todos y no para unos pocos.

Elegir la esperanza es elegir una ética pública, sin odio, sin culpables, con la mirada puesta en la dignidad, la equidad y el cumplimiento real de los derechos. No es negar los problemas, es mirarlos de frente para superarlos juntos. Ya hemos vivido en esperanza, aún con grandes retos, porque este país lo han hecho personas que madrugan, estudian, emprenden y cuidan. Hoy, sin embargo, nos empujan a habitar el miedo, a dividirnos entre buenos y malos. No aceptemos ese atajo: cuando nos reconocemos como conciudadanos, avanzamos. Y sí, hemos avanzado más.

Los datos muestran cimientos sobre los cuales e

See Full Page