
Un trozo de acera en el barrio de Roscoe Village, en Chicago, se convirtió en un punto de atracción insólito por una marca en el cemento que muchos confundieron con la silueta de una rata . La figura, moldeada de forma natural en el hormigón, mostraba un cuerpo alargado, patas extendidas y una cola delgada. Su aspecto despertó tanta curiosidad que, antes de que la acera fuera sustituida, centenares de personas se acercaron a verla, fotografiarla y dejar monedas o flores junto a la marca.
Ese interés transformó el pequeño hueco en un fenómeno popular conocido como el agujero de la rata , célebre incluso entre quienes nunca habían pisado Chicago. Su singularidad dio pie a una investigacion científica que terminó aclarando su origen real.
Un equipo científico demostró que la silueta pertenece a una ardilla y no a una rata
El hallazgo más importante procede del estudio publicado en la revista Biology Letters , donde el biólogo evolutivo Michael Granatosky , de la Universidad de Tennessee, explicó que la impresión no corresponde a una rata, sino a una ardilla . La conclusión, compartida por su equipo, indica que el animal probablemente cayó sobre el cemento fresco y dejó su silueta completa . La identificación se realizó mediante comparaciones anatómicas con ejemplares conservados en museos de distintas especies de pequeños mamíferos de la región.
El grupo de Granatosky midió longitudes y proporciones del cuerpo en veinticinco fotografías del hueco. Tomaron como referencia las monedas depositadas en las imágenes para calcular la escala. A partir de esos datos, analizaron ejemplares de ocho especies locales, entre ellas la rata parda, el ratón de patas blancas, el castor almizclero y varias ardillas.
Los resultados mostraron que las dimensiones coincidían en un 98,67 % con las de la ardilla gris oriental o la ardilla zorro. En ninguno de los parámetros se ajustaba a las medidas de una rata . Los investigadores consideraron además que el cemento húmedo suele aplicarse de día, justo cuando las ardillas están activas, mientras que las ratas suelen desplazarse por la noche.
Antes de la publicación del artículo, la historia del hueco había recorrido redes sociales y medios locales. El humorista Winslow Dumaine fue quien lo difundió en enero de 2024 al publicar una fotografía en X: “Tuve que peregrinar al agujero de la rata de Chicago”. Su publicación convirtió el lugar en un fenómeno viral al que acudían curiosos de toda la ciudad. El Ayuntamiento decidió retirar la losa en abril de ese año debido al tráfico constante de visitantes , pero la pieza se conservó intacta y se encuentra a la espera de una ubicación permanente.
El detalle de la cola alimentó la confusión y reforzó la idea de que era una rata
El estudio de Granatosky y sus colegas buscaba aprovechar esa popularidad para mostrar cómo funcionan los métodos de investigación comparativa en biología . El equipo explicó en el propio artículo que “la curiosidad y la observación son cualidades accesibles para cualquiera con interés por entender el mundo natural”.
Para reforzar la identificación, los científicos analizaron la longitud del hocico, las patas delanteras y el grosor de la cola en ejemplares adultos y jóvenes de ambos sexos. Los valores medios de la ardilla gris coincidieron con un 50,67 % de las proporciones observadas en el molde, mientras que las de la rata diferían en todos los rasgos.
La apariencia de la cola fue lo que llevó a muchos a pensar en una rata . Sin embargo, los autores explicaron que el pelo de una ardilla carece de rigidez suficiente para dejar huella visible en un material como el cemento fresco, que no conserva detalles finos como los del pelaje. Por esa razón, la silueta resultó más parecida a la de un animal de cola desnuda.
El caso llamó también la atención de otros especialistas. Seth Magle , del Instituto de Vida Urbana del zoo de Lincoln Park, valoró que el análisis coincide con sus sospechas iniciales . Dijo que “los rasgos del molde y la falta de huellas alrededor apuntaban a una caída, más probable en una ardilla que en una rata”. A su juicio, la investigación pone de relieve la utilidad de examinar fenómenos cotidianos para despertar interés por la ciencia .
Los investigadores propusieron bautizar el hallazgo como Ardilla de la acera de la Ciudad del Viento , un nombre que consideran más ajustado a las pruebas. Aun así, representantes municipales admitieron que el público seguirá refiriéndose a él con el título original, ya que forma parte del imaginario urbano de Chicago.
Granatosky planea utilizar el caso en actividades educativas para niños, convencido de que ejemplos así ayudan a comprender la observación científica en su sentido más básico. La pequeña marca en el cemento, convertida en una anécdota viral, ha terminado sirviendo como recordatorio de cómo una simple curiosidad urbana puede derivar en una investigación completa sobre la fauna que convive con los habitantes de una gran ciudad.