Por Julio García G. / Periodista de Ciencia

Las décadas de los cincuenta y sesenta del XX fueron decisivas para estudiar el campo magnético de la Tierra. Éste, no solamente está allí para protegernos contra la radiación solar y los rayos cósmicos, sino que también es fundamental para guiar a las aves cuando emigran y para que la atmósfera de la Tierra no se “diluya” y desparezca.

En aquellos años los científicos se percataron de que, en el océano Atlántico del Sur, entre África y América del Sur, existe una anomalía en dicho campo: una especie de depresión o abolladura que hoy por hoy puede estudiarse desde el espacio gracias a un trío de naves enviadas en 2013 por la Agencia Espacial Europea.

Estas naves, las Swarm (Enjambre), se encuentran situadas en la órbita baja de

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