En los vastos campos agrícolas de California, Texas y Florida, un tipo de ministerio silencioso y vital está floreciendo. Alejados de las grandes iglesias urbanas, pastores y voluntarios de la comunidad evangélica hispana se están movilizando para ofrecer apoyo espiritual, emocional y físico a los trabajadores agrícolas, una población a menudo olvidada, vulnerable y con una fe profunda.

Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), más del 70 % de los trabajadores agrícolas del país son de origen latino, y una gran proporción proviene de comunidades con raíces cristianas evangélicas. Sin embargo, su vida transcurre lejos del reconocimiento público y en medio de duras condiciones de trabajo, bajos salarios y aislamiento social.

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