Gilberto Valadez
Aguascalientes, Ags.- El lunes 20 de octubre de 1975, la población de la capital aguascalentense se sorprendió con la noticia principal de algunos diarios locales. La salida del obispo Salvador Quezada Limón por decisión del Vaticano, siendo relevado por Alfredo Torres Moreno en calidad de administrador apostólico.
En medio de las celebraciones por el 400 aniversario de la ciudad, el suceso generó inquietud en una población mayoritariamente católica y que se había acostumbrado a la tutela de Quezada Limón, el cual para entonces sumaba casi un cuarto de siglo ejerciendo el puesto de jerarca religioso.
No obstante, la noticia no sorprendió a nadie en el interior del clero católico; donde sostenían una guerra abierta contra el purpurado.
En el ojo del huracán
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