El Manchester City se llevó los tres puntos en La Cerámica con una actuación de manual: contundencia al inicio, control y una pegada que no perdona. Erling Haaland abrió el partido a la primera que olió el área (17’) y Bernardo Silva sentenció antes del descanso, dos zarpazos que bastaron para domar a un Villarreal valiente pero flojo en área rival.

El plan de Guardiola fue quirúrgico. Presión alta para arrinconar la salida ‘grogueta’ y mucho ritmo en los costados. De una de esas irrupciones nació el 0-1: servicio tenso y Haaland, que anda de dulce, atacó el primer palo para empujar su gol número 15 y estirar su racha a 12 partidos seguidos marcando. Un depredador.

El golpe dejó aturdido al Submarino, que reaccionó por orgullo. Se asomó por fuera, juntó pases con paciencia y firmó su oca

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