Los relucientes zafiros, esmeraldas y diamantes que alguna vez adornaron a la realeza francesa podrían haber desaparecido para siempre, según advirtieron expertos el martes tras un descarado robo de cuatro minutos a plena luz del día que dejó atónita a la nación y al gobierno luchando por explicar un nuevo desastre en el Louvre.

Cada pieza robada —un collar y aretes de esmeraldas, dos coronas, dos broches, un collar de zafiros y un arete— representa la cúspide de la alta joyería del siglo XIX. Pero para la realeza, eran más que una simple decoración.

Las piezas eran declaraciones políticas de la riqueza, el poder y la trascendencia cultural de Francia. Son tan significativas que se encontraban entre los tesoros salvados de la subasta de la mayoría de las joyas reales que realizó el gobie

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