Durante años se pensó en el ejercicio solo como una herramienta para controlar el peso o mejorar la condición física. Sin embargo, la evidencia científica más reciente muestra que la actividad física es una herramienta poderosa para prevenir y tratar enfermedades y el cáncer de mama.
Los expertos señalan que moverse no es solo hacer deporte, sino que es una intervención terapéutica que impacta directamente en la biología del cáncer y en la salud mental de quienes lo enfrentan. Hoy se sabe que la actividad física reduce el riesgo de desarrollar cáncer de mama y mejora el pronóstico en mujeres que ya han sido diagnosticadas.
La American Society of Clinical Oncology recomienda a los médicos prescribir ejercicio aeróbico y de fuerza como parte del tratamiento, con el fin de mejorar síntomas