Han pasado ya más de diez días desde que los vecinos de Roldán abrieron el grifo y descubrieron, primero que no tenían suministro de agua, después que el agua no era potable . Desde entonces, la vida cotidiana en esta pedanía de Torre Pacheco se ha transformado por completo: duchas improvisadas en barreños, lavadoras paradas, viajes diarios con garrafas y un ánimo mezcla de resignación, cansancio y esperanza por recuperar la normalidad .
"Nos duchamos dentro de un barreño , mi hija y yo. Vamos tirándonos agua con una jarra y así nos apañamos", explica Carmen, vecina de la zona, que intenta mantener la normalidad en casa pese a las limitaciones . "Esa agua luego la aprovecho para el baño, porque es cierto que dan agua para el aseo , pero no para los váteres", añade.
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