El panorama de la regulación de activos digitales en Estados Unidos está experimentando un cambio notable, transitando lentamente de un estado de ambigüedad hacia una mayor claridad normativa. Este avance es bienvenido por muchos actores del ecosistema, quienes ven en la falta de reglas definidas un obstáculo para la adopción masiva y la inversión institucional seria.
Sin embargo, esta búsqueda de orden legal plantea una pregunta crucial: ¿Este nuevo marco regulatorio fomenta una estabilidad necesaria o, por el contrario, impone restricciones que sofocan la innovación que caracteriza a la tecnología subyacente?
La necesidad de regulación es innegable. La ausencia de normas claras crea un ambiente donde la confianza se erosiona fácilmente. Los incidentes de alto perfil que han a