En Colombia hay más de tres millones de jugadores, de los cuales cerca de 291.000 están registrados oficialmente en el sistema Comet de la Federación Colombiana de Fútbol. El resto, millones de anónimos, juegan por puro amor. En los polideportivos, parques o potreros, el fútbol sigue siendo una práctica comunitaria que une generaciones y construye identidad. Mientras las luces de los estadios profesionales se apagan el domingo en la noche, miles de reflectores improvisados se encienden en pueblos y barrios para mantener viva la llama, pero no lo ven solo como un pasatiempo.

Parte de esa masa de jugadores tiene su vitrina: la Primera C, organizada por la Difutbol , es un campeonato nacional con méritos deportivos indiscutibles, pero con un techo institucional que le impide crecer. Se prome

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