Ya no se trata solo del diploma ni de cerrar una etapa escolar. Para esta generación, cada evento del último año se convierte en una experiencia estética , un relato visual de quiénes son y cómo quieren mostrarse al mundo. Desde la sesión de fotos previa hasta la fiesta de egresados, el estilo se consolida como una forma de expresión, identidad y pertenencia.
El lenguaje visual ocupa un lugar central. La ropa, el peinado y hasta la escenografía de las fotos hablan de una generación que entiende la imagen como discurso. Algunos eligen lo clásico con guiños modernos —vestidos minimalistas con detalles metalizados o trajes con siluetas limpias y accesorios llamativos—. Otros apuestan por lo disruptivo: combinaciones de texturas, brillos, transparencias, oversize y propuestas genderless

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