Niños de todas las edades son llevados por agentes de la Patrulla Fronteriza a un centro para migrantes menores no acompañados en San Bernardino, California. Son pequeños que van esposados, con uniforme gris o azul y en muchas veces sin zapatos, solo llevan su tristeza, su enojo y un gran desconcierto.

“Les preguntas su nombre y algunos de ellos te contestan con un número”.

Estas fueron las palabras de la poeta Masiel Montserrat Corona, en la presentación del libro Pequeñas Bocas de Arena, donde a través de 16 poemas describe con un detalle desolador, la experiencia de los niños migrantes no acompañados que llegaron a un centro para refugiados que escapaban de la pobreza y violencia de Centro América y lugares tan remotos como África.

“Los deshumanizan totalmente. Es un horror quitarl

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