Por Danilo Albero *

El domingo decidimos hacer una caminata contorneando el Jardín Botánico, veníamos caminando desde Scalabrini Ortiz y a la altura de la Rural diviso a un joven que avanza en dirección contraria. Alto, delgado y bien parecido, viste minifalda gris, camisa blanca, saco y borceguíes negros; una estudiada graduación de grises en su atuendo, tiene ojos muy maquillados, largas pestañas con rimmel y cabello corto. Traté de hacer una taxonomía de su orientación sexual, no era travesti ni una loca, tampoco afeminado; muy por el contrario. Se dio cuenta que no le quitaba la mirada de encima -el disimulo visual no es mi fuerte-. “Te gusto”, preguntó, “sos divino, pareces un evzón”. Nos alejamos y sentí una alegría infinita, con certeza no sabría que es un evzón.

Cuando calculó qu

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