Decía María Moliner, la gran lexicógrafa que escribió su Diccionario de uso del español en su propia casa, que «una biblioteca no es un lujo, sino una de las necesidades de la vida». Tenía razón. En un mundo cada vez más digital, más veloz y más cambiante, las bibliotecas siguen siendo ese lugar donde el conocimiento se hace cuerpo, donde el pasado se conserva y el futuro se imagina.

Las bibliotecas son mucho más que espacios de préstamo: son guardianas de la memoria y laboratorios del porvenir. En ellas se custodian los relatos que nos dieron forma y se ensayan los lenguajes que nos definirán. Son los templos de la curiosidad, los archivos de la emoción humana, los refugios del pensamiento libre.

En Castilla-La Mancha tenemos la fortuna de contar con más de 500 bibliotecas, bibliobuses

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