La menstruación es un proceso fisiológico fundamental que experimenta aproximadamente la mitad de la población mundial y la Organización Mundial para la Salud (OMS) reconoce la salud menstrual como un derecho humano fundamental. En este sentido, los productos menstruales resultan esenciales para garantizar la higiene, reducir el riesgo de infecciones y facilitar la participación plena de las personas que menstrúan en la educación y el trabajo, contribuyendo así a la igualdad de género.

Los artículos actuales son más seguros en comparación con décadas pasadas , cuando algunos causaban problemas de salud muy graves. En los años 80, se descubrieron más de 800 casos de síndrome de shock tóxico (20 de ellos acabaron en fallecimientos), asociados al uso de algunos tampones superabsorbe

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