Por qué esta serie abre las puertas a relaciones más sanas.

Kristen Bell últimamente me fascina. Su rol como Eleanor Shellstrop en The Good Place me vuelve loco. Y ahora estoy clavado con su papel como Joanne, la conductora de un podcast, atea, que se enamora de un rabino judío, Noah Roklov (Adam Brody).

Porque la serie, cuya anticipada segunda temporada estrenó ayer en Netflix, es una comedia romántica que, pese a caer en ciertos momentos en la cursilería, se siente real. Y Joanne es excelente para comunicarse, algo con lo cual Noah ha tenido problemas en el pasado.

Mientras la primera temporada exploraba la relación en sus inicios, con la innegable química entre Bell y Brody, esta segunda explora los problemas que se pueden experimentar en una relación monógama de una forma tan natura

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