Barcelona Era mayo de 1991 y el Palacio Nacional, ubicado en la falda de Montjuïc, se estaba remodelando para convertirse en la sede definitiva del Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC). Era un momento de transición y caos. En un almacén había un armario metálico que contenía una joya: el portapaz de Sijena, una pieza de orfebrería gótica única que data de 1400. Era una pieza pequeña, de unos diez centímetros, hecha de materiales preciosos que, sin que nadie se diera cuenta, desapareció.

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