A veces, los grandes sueños nacen en los momentos más inesperados. Durante los silenciosos días de la pandemia, cuando el mundo parecía detenido, Luis Javier Forero Zambrano encontró en su cocina una forma de reinventarse: transformar la soledad en inspiración y el tiempo libre en un arte líquido que hoy embriaga de orgullo a Nariño.

Su historia comenzó sin grandes planes, sin maquinaria ni inversión. Solo con curiosidad, paciencia y un puñado de frutas locales, Forero empezó a experimentar con recetas caseras de vino. Lo que al principio fue un pasatiempo para aliviar la rutina del confinamiento, pronto se convirtió en una pasión. “Cada fermento era una espera, un misterio. No sabía si al final saldría algo bueno, pero el proceso me daba esperanza”, recuerda entre risas.

Los primeros tr

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