Los más de 9.000 kilómetros de distancia serían un impedimento para poner en contacto a un español y un mexicano. Las ocho horas de diferencia entre un país y otro serían un obstáculo inexpugnable para mantener una conversación. Serían –en condicional– si no existiesen esos artefactos que, fruto de la puntera tecnología, evaden sin reparos cualquier escollo; esos artefactos tecnológicos que, de una forma u otra, parecen obsesionar a Alberto Chimal. «Yo empecé a escribir a eso de los diez o doce años porque, para entonces, ya era un lector voraz y me había enterado, por alguno de los libros que había leído, de que existía gente que hacía eso: escribir», cuenta al otro lado del artefacto, a más de 9.000 kilómetros de distancia, unas ocho horas antes. Desde aquí, unas ocho horas después. Empe
Alberto Chimal: "Vivimos en un mundo que hace diez años se habría considerado de ciencia ficción"
La Nueva Crónica11 hrs ago35


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