Puedes imaginarte la escena. Escondida en algún lugar entre el brillo y la crudeza de Manhattan, una habitación impregnada de humo al ritmo de una partida de póker aparentemente como cualquier otra: las cartas se deslizan sobre el paño, las fichas hacen clic en un tempo constante, y los jugadores se sientan alrededor de la mesa, protegiendo sus manos… y sus secretos.

Algunos de los jugadores atraídos a la mesa —seducidos por rostros famosos y la ilusión de un juego limpio— no saben que acaban de tomar asiento en una partida amañada por algunos miembros de la mafia de Nueva York, La Cosa Nostra, según las autoridades.

Esa ilusión se rompió el jueves cuando una investigación sobre apuestas ilegales y amaños deportivos vinculados a la mafia derivó en el arresto de 31 personas, entre ellas C

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