Pocas escenas cotidianas transmiten tanta alegría como la bienvenida al hogar que ofrece una . Esa explosión de ladridos, saltos o ronroneos, sin importar si la ausencia ha durado horas o apenas unos minutos, es la manifestación más evidente del lugar central que ocupa una persona en la vida de su animal. Se trata de un ritual que sella a diario un pacto de lealtad y un cariño que no entiende de condiciones.
De hecho, esa necesidad de cercanía se extiende más allá de los reencuentros. La costumbre de seguir a su dueño por cada rincón de la casa, del salón a la cocina, no debe interpretarse como un simple hábito o un rasgo de . Este comportamiento revela una confianza absoluta y la identificación del ser humano como un refugio de seguridad , un punto de anclaje que le proporciona calma

La Razón

AlterNet
Local News in D.C.
Orlando Sentinel Politics
CNN
Atlanta Black Star Entertainment
Fortune
The Babylon Bee
Bored Panda