Amanece en Airhón, residencia en la Tierra de Jacobo Siruela e Inka Martí, que han hecho de esta dehesa otrora asfixiada un paraíso de la biodiversidad. Salamanca. Hay que acercarse con respeto, entre hatos de vacas veloces y apariencia mitológica y bosques de encinas, hasta alcanzar en lo alto este templo de arquitectura «transmoderna, simbólica», que el editor ha diseñado sin una concesión al adorno, en busca del misterio que nunca nos será revelado en vida. Una estructura basada en el cuadrado (tierra, materia) y el círculo (cielo, espíritu) que dan forma a inmensos ventanales y cuatro fachadas numéricas: el sur es el uno (unidad y principio); el este, el dos, dualidad, lo femenino, y el oeste se consagra al tres, plano donde la dualidad se vuelve a unificar, lo masculino. Mirando al no
Jacobo Siruela: «Hay que tener una fe gigantesca para creer que tras la vida no hay nada»
La Provincia2 hrs ago
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