Europa atraviesa un tiempo de introspección. A pesar de haber sorteado una pandemia, una guerra en sus fronteras y una crisis energética sin precedentes, la Unión se enfrenta ahora a un desafío más silencioso, pero igualmente decisivo: la erosión de la confianza. La desafección política, la fatiga social y la sensación de distancia entre las instituciones y los ciudadanos se extienden incluso en los países más europeístas. La seguridad y el control han desplazado a la esperanza y la solidaridad como eje del discurso público. En los pasillos de Bruselas, se percibe el cambio de tono: la Europa de la integración se repliega, la de la autoprotección gana terreno.

CERTEZAS IMPOSIBLES

La causa de este desencanto no es solo económica ni coyuntural. Europa vive un cambio de paradigma emocional.

See Full Page