La Policía Nacional del Perú ha sido una institución decisiva en los momentos más difíciles de la historia republicana. De su disciplina nacieron gestas que marcaron la historia, como la captura del terrorista más sanguinario que conoció el país, Abimael Guzmán. Fue la labor del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) lo que la convirtió en un símbolo de la defensa del orden democrático frente al horror y la falta de liderazgo del presidente de aquel entonces, Alberto Fujimori. Sin embargo, esa misma institución, que alguna vez despertó orgullo nacional, ha sido utilizada por intereses políticos, reducida a ser un instrumento de represión y sometida a decisiones que desnaturalizan su misión tutelar amparada en la Constitución.

La confianza ciudadana, que hoy apenas alcanza el 14,2%, refleja

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