Hace un par de años, en una sala del Museo de la Independencia o Casa del Florero, en Bogotá, el músico e investigador Alexander Klein pidió examinar los manuscritos del Himno Nacional . Los funcionarios colocaron sobre la mesa dos partituras que creían idénticas.

Klein, formado en composición y teoría musical, descubrió que algo no encajaba: “ Eran ocho páginas de una música completamente distinta con la misma letra de Rafael Núñez ”.

Lo que tenía ante sus ojos era una versión desconocida del himno, escrita por Oreste Sindici en 1880, siete años antes de la que hoy se canta en los estadios y escuchamos dos veces al día en la radio.

Esa obra estuvo archivada sin catalogar correctamente y la diferencia no era menor: la partitura está diseñada para cuatro voces, con melodías distintas

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