¿Quiénes nos creemos las mujeres para hablar del estado que guarda la ley? ¿Para litigar o escribir? ¿Para estudiar Derecho? Estas preguntas desde el más hondo oprobio, se las vienen haciendo los varones responsables de dar clase a las jóvenes estudiantes desde que se nos permitió la entrada a las aulas. En 1892 cuando María Asunción Sandoval entró a la Escuela Nacional de Jurisprudencia, de acuerdo a la biografía elaborada por Lira Alonso, ella fue recibida con gran animadversión: “La profesora Dolores Correa, a través de la revista La Mujer Mexicana, crítica a los profesores que demostraban “su pena por tener que consentir en un absurdo, el de enseñar derecho a una mujer”.

Si en general el acceso a la educación para las mujeres ha sido un camino de obstáculos, el ámbito jurídico perseve

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