Cuando las vacaciones de verano ya quedan difuminadas en la memoria y la Navidad todavía ni se intuye en el horizonte, resulta imprescindible buscar un plan para romper con la rutina y desafiar al aburrimiento. Y ahora lo que nos pide el cuerpo es adentrarnos en la naturaleza , respirar aire puro y desconectar del mundanal ruido en familia.

Sin más pretensión que la de disfrutar de una aventura diferente , de esas que dejan huella, nos adentramos en el corazón de la provincia de Zaragoza para descubrir un insólito paisaje que pocos conocen: el mar de Aragón , la mayor confluencia fluvial de la Península Ibérica . Creado por la construcción de los embalses de Mequinenza y Caspe en 1965 , presume de más de 500 kilómetros de costas interiores que en pleno otoño se co

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