Más de 20 familias habitan entre los desechos del botadero de Tiguadare, en Falcón, a pesar de los riesgos sanitarios y sociales. La falta de oportunidades les obliga a permanecer en el lugar

En medio de la crisis económica venezolana, mujeres, hombres y niños han hecho de los desechos su fuente de sustento y, paradójicamente, su refugio. Allí, entre montañas de basura y sin acceso a servicios básicos, levantan viviendas improvisadas con materiales reciclados y sobreviven con ingresos que apenas superan los 20 dólares semanales.

El trabajo periodístico recoge testimonios de habitantes como Pablo José Medina, quien llegó hace 18 años y mantiene a su familia recolectando cartón; o de mujeres como María Rodríguez y Yanira Gutiérrez, que huyeron de la violencia en sus comunidades para refugi

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