Le gustaba la música, pero nunca soñó con ser cantante. Mientras se criaba en su natal Añasco, esa aspiración le parecía muy lejos de ser posible, en especial al vivir tantas limitaciones económicas.
Antes de celebrar contar con clásicos que con los años diversas generaciones han memorizado con alegría, o de un caudal de producciones discográficas que superan las 50, o los miles de aplausos que han capturado sus emociones con el paso del tiempo, el cantautor Alfonso Vélez Iturrino se había convencido de que su destino estaba en trabajar en el campo.
Los recuerdos invaden al responsable de temas como “La luz”, “Wepa, wepa, wepa” y A quién no le gusta eso” cuando habla de los primeros años en los que participaba en proyectos musicales escolares.
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