Madrugada de fiesta silenciosa y músicos cobrando por canción, no por hora. El fantasma de la violencia no permite vivir en plenitud, pero la fe a San Judas Tadeo mantuvo fieles a sus creyentes quienes acudieron a colocar su veladora y entregar su ofrenda.
Con el sol sobre el hombro, los vendedores de figuras religiosas ya montaban sus lonas para comenzar con la jornada de fiesta y consumo, junto a ellos un aromático carrito de esquites se robaba todas las miradas de los más madrugadores.
Las postales del festejo son las de la fe, las de la idiosincrasia mexicana en su máxima expresión; madres cargando a sus plebes con el ajuar verdiblanco del patrono, hombres llorando en silencio frente a su santo; pidiendo su intervención en algún problema que solo se atreve a decir en susurro y frente

Noroeste

The Babylon Bee
The Daily Beast
Reuters US Domestic
KMOV Sports
The List
CNN
The Rink Live
RadarOnline