Si arbitrar un partido de fútbol es ya un ejercicio de valentía, hacerlo sabiendo que te pueden crucificar en la prensa local por presuntos fallos roza el heroísmo. Un periodista, aunque no lo parezca, del diario centenario publicó bajo el título «Atraco arbitral en Ponferrada» un compendio de ofensas y faltas de respeto a tres jóvenes árbitros -uno de ellos menor de edad- a los que decidió convertir en villanos públicos. Aquí, en realidad, el verdadero atraco ha sido a la decencia profesional. Transformar errores en un espectáculo mediático no es periodismo: es hostigamiento. Los colegiados de ligas provinciales y regionales no son máquinas infalibles; son jóvenes en proceso de formación -al igual que los jugadores con los que comparten terreno de juego- que invierten su tiempo en disfrut

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