Hay quien escribe la historia con tinta y hay quien la escribe con carácter, decisiones, sentido de riesgo propio y dolor ajeno.

Hay que sentir la historia, aun sin comprenderla, como relevante y trascendente. Entonces la batalla no es armada, es una oda a los tiempos y la paciencia de los pueblos en su lucha por evitar la guerra y anhelar la paz. Un sentimiento sencillo, bondadoso, noble y sublime, [Dixit Lev Tolstoi] que no sabe de pelotones sino de pasiones, que no ve las posiciones sino los sentimientos que hay en mí y que hay en ti.

Cuando un presidente—que no es cualquiera por hacer realidad lo que anticipa y solicita—dice que “viene algo serio para Venezuela”, no está haciendo un anuncio casual. Está lanzando una moneda al aire para calibrar reacciones, tantear aliados y medir el

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