Gerardo Labastida Aguirre, uno de los últimos representantes de una de las familias más arraigadas del campo bravo mexicano, ha fallecido en un accidente de tráfico cuando se dirigía a Guadalajara, México. El suceso ha dejado en shock al entorno taurino del país, no solo por la relevancia del personaje, sino porque ocurre apenas siete meses después de la trágica muerte de su esposa, .
En marzo, en una finca cercano a Santa María del Río. Ahora, el destino vuelve a cebarse con una saga familiar marcada por su compromiso con la tauromaquia. La pareja compartía una vida vinculada al campo y a la crianza del toro bravo, desde una óptica tan profesional como personal.
Gerardo era heredero directo del legado fundado por su bisabuelo, Manuel Labastida Ygueravide, y consolidado por su padre Man

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