“Déjame hacer una última cosa, si no queda, tan amigos como siempre, ni me tienes que pagar, ni nada”, sugirió Vicente Leñero al productor Alfredo Ripstein , con quien llevaba semanas trabajando un guion que no les satisfacía.

Era 1993. Leñero , quien contaba en su obra cinematográfica con Los albañiles y Cadena perpetua , fue llamado para adaptar la novela El callejón de los milagros , del egipcio Naguib Mahfouz , pero el escritor no estaba logrando su cometido.

“Había entregado dos, tres tratamientos y no quedaba, era un momento complicado y la traducción estaba siendo difícil, quizá no se haría”, cuenta Daniel Birman , nieto de Ripstein , que fue coordinador de producción de la película, y productor cinematográfico.

“A la semana Vicente llegó y nos entregó el

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