Hace exactamente cien años, el 28 de octubre de 1925, el arqueólogo británico Howard Carter levantó la tapa del tercer y más interno de los ataúdes de Tutankamón y dejó al descubierto, por primera vez en más de tres milenios, la máscara funeraria de oro del "faraón niño" , una de las piezas más reconocibles del Antiguo Egipto.
Aquel hallazgo culminaba casi dos décadas de trabajo, desde que en 1907 Carter comenzó a colaborar con lord Carnarvon, un aristócrata británico apasionado por la arqueología, en las excavaciones de Deir el-Bahari, cerca de Luxor (la antigua Tebas), una de las zonas más ricas en necrópolis del Egipto faranónico.
El entonces director del Servicio de Antigüedades Egipcias, Gaston Maspero, había recomendado a Carter para el puesto, impresionado por sus métodos arqu

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